Las disciplinas cuánticas son tan antiguas como la misma existencia del hombre, o por lo menos como los lejanos activos de la cultura. En un comienzo, eran oráculos y las consultas eran por medio de vísceras de animales sacrificados; así como la adivinación era a través de las estrellas o los astros, y las lecturas eran en las llamas del fuego. La interpretación, a menudo, es puramente intuitiva, ya sea con figuras que forman pequeñas piedras (en el caso de las runas), a veces al ser arrojadas por el adivino y algunas otras cosas.

Las mancias se pueden clasificar en dos grupos que son: las que necesitan un intermediario y las que se pueden prescindir de él. Estas últimas son las más antiguas y se agrupan en toda especie de videntes, médiums y chamanes; mientras que las primeras se tienen que valer de un objeto o adivino entrevistante o entrevistador y el consultante. A esta categoría pertenece la cartomancia.

La cartomancia es lo mismo que el tarot y consiste en la predicción o el vaticinio por medio de los Arcanos. Este método se practicó durante los siglos 15 y 17, y su apogeo llegó con Luis XV de Francia, prolongándose hasta la época de Napoleón.

El tarot es, dentro de la cartomancia, el método más complejo, sutil y especializado, en donde nosotros podemos hacer ese acto de adivinación a través de nuestra intuición y de nuestros dones.